Nueva Argentina: alimentos, derechos y organización solidaria en tiempos de crisis
El martes 29 de abril, en la ciudad de Rosario, se celebró la Asamblea Anual Ordinaria de la cooperativa Alimentos para la Nueva Argentina, una instancia que, más allá del cumplimiento formal, volvió a demostrar que cuando el alimento se pone en el centro del debate, lo que está en juego es mucho más que un balance contable: es una concepción del país, del trabajo y de la justicia social.
La reunión estuvo encabezada por el presidente de la cooperativa, Sebastián Ferro, representante del gremio de Empleados de Comercio de Rosario, y contó con la participación de delegados de diversas organizaciones de todo el país. La pluralidad de voces que conforman esta alianza federal—cooperativas, mutuales, sindicatos, pequeños productores y espacios comunitarios—es una de las mayores fortalezas del proyecto, que desde su fundación en 2022 viene construyendo una alternativa concreta ante el flagelo de la especulación alimentaria. Nuestra asociaciòn Mutual, Integrantes de Argentina Comunidad, forma parte de la cooperativa y participó de la actividad representada por Nahúm Mirad.
En el orden del día se abordaron los puntos formales que hacen a la vida institucional de la cooperativa: designación de firmantes del acta, presentación y análisis de la memoria, balance general, estados contables y auditorías correspondientes al segundo ejercicio, cerrado el 31 de diciembre de 2024.
Pero la asamblea fue mucho más que eso. Funcionó como un espacio de análisis y planificación estratégica para 2025, en un contexto económico sumamente adverso. Durante el año pasado, la inflación general alcanzó un 117,8% y, aunque la inflación específica de alimentos se ubicó por debajo (94,7%), el impacto fue brutal: la canasta básica duplicó su valor en apenas doce meses, y el consumo masivo cayó un 17%. En zonas del interior del país, la Fundación COLSECOR registró aumentos del 107,2%, lo que confirma que el problema no es sólo la inflación, sino su carácter regresivo, territorialmente desigual y socialmente devastador.
Frente a ese panorama, el trabajo de la cooperativa cobra una dimensión todavía más relevante. Mientras el Estado nacional optó por facilitar importaciones alimentarias como estrategia para “combatir la inflación”, muchos de los asistentes a la asamblea subrayaron que tales medidas no sólo no solucionan el problema estructural, sino que terminan desprotegiendo a las economías regionales y agravando la dependencia externa.
En contraste, Alimentos para la Nueva Argentina apuesta por un modelo que integre producción, distribución y consumo bajo criterios de justicia económica y soberanía alimentaria. El objetivo es claro: acortar la cadena, reducir los márgenes especulativos y garantizar el acceso a productos sanos, seguros y accesibles. Para ello, la planificación anual incluye nuevos nodos de comercialización directa, apoyo técnico a pequeños productores, y la ampliación de programas de abastecimiento popular en barrios vulnerables.
La jornada en Rosario dejó algo en evidencia: las soluciones no llegarán desde arriba, sino que están germinando en la tierra fértil de la organización social. El alimento como derecho, y no como mercancía sujeta a la lógica del lucro, es una bandera que hoy vuelve a alzarse con fuerza en muchas comunidades del país.
De cara a un 2025 que no promete ser más sencillo, la cooperativa se prepara para profundizar su intervención, con una convicción que no admite retrocesos: garantizar el pan sobre la mesa no es una utopía, sino una tarea urgente y posible si se construye desde la solidaridad y la acción colectiva.
¿Qué rol jugarán las políticas públicas en este camino? ¿Y cuántas comunidades más podrán sumarse a esta red que quiere cambiar las reglas del juego? Las respuestas aún están abiertas, pero Rosario dejó un mensaje claro: cuando la organización se pone en marcha, la esperanza también se distribuye.